Son numerosos los hechos delictivos perpetrados contra instituciones del medio, algunos de ellos han empujado a tomar la decisión extrema de cerrar y no seguir más, fue el caso del Taller Protegido; víctima de varios robos que perjudicaban directamente a las personas que allí recibían un plato de comida.
Otro de los casos, la construcción del SUM de Compromiso Solidario, lugar de donde se había sustraído en dos ocasiones un tanque.
Los varios y hasta cotidianos robos y destrozos en las instalaciones de la capilla del Barrio Esperanza, su comedor y el taller, atendidos por las hermanas religiosas y vecinos del barrio y de la ciudad.
Son incontables los robos que sufren las instituciones escolares en el plano urbano y más aún en el rural.
Noticias no muy agradables que dejan un sabor amargo en cada una de las entidades que solamente funcionan para hacer bien a la comunidad.
Esta mañana se conoció la noticia del hecho que perjudica a la Comunidad Celíaca, que cuenta con una pequeña sede de reuniones, donde se dictan talleres y donde las personas con esta condición pueden compartir sus experiencias y además aprender a convivir con su enfermedad.
Para lograr esto contaban con herramientas imprescindibles, la mayoría de estas para elaborar sus propios alimentos, algunas adquiridas por los miembros de la comunidad y otras que son donaciones de otras instituciones y del propio municipio.
Hoy también se sienten vulnerables, se encontraron con una ventana rota, forzada con algún elemento contundente, la sede revuelta y cosas que faltaban, algunas fueron abandonadas por los malvivientes que ya no tienen escrúpulo alguno.
En el lugar faltaban el horno, la batidora, una garrafa además de los elementos abandonados que eran un ventilador, una CPU, una impresora y un alargue (zapatilla).
Más allá del valor material, las cosas de una institución son la vida misma de estas, se las afecta directamente en su razón de ser y, entendible es, que los ánimos no sean los necesarios para continuar.
Hoy la vida de las instituciones, depende no solamente de sus miembros sino también de toda la comunidad que debiera involucrarse en protegerlas, solventarlas y acompañarlas; como siempre sucede en Charata. Este hecho debe ser visto no solamente como aislado sino con el conjunto de las instituciones que sufrieron los mismo y desde estas experiencias se deberá buscar más respuestas en materia de seguridad para con ellas a fin de que los inescrupulosos debiliten las fuerzas de quienes brindan un servicio desinteresado a la comunidad.